26. Ecce homo
Al ver Pilatos los excesos de crueldad que aquella corte inhumana de sayones, sin orden ni permiso de nadie, habían causado en el delicado cuerpo de Jesús quien pudo exclamar: "A un gusano me asemejo y no a un hombre"; creyendo que los judíos no podrían verle en aquel estado tan lastimoso sin moverse a compasión, resolvió manifestarles a Jesús: "Os lo presento, dijo, para que veáis su estado deplorable y convenceros de que no he hallado en él ningún delito. Y presentando a Jesús dijo Pilatos: Hecce homo. He aquí el hombre, a quien Dios al crearle le hizo monarca de toda la naturaleza, le coronó de gloria y honor y le constituyó sobre todas las obras de sus manos, vedle a qué estado tan deplorable le redujo el pecado" Los pontífices y sus ministros alzaron el grito: "Crucifícale, crucifícale"
El pueblo enternecido callaba. Entonces promoviose entre Pilatos y los Pontífices un diálogo con forma de altercado, hasta que viendo que todo era inútil para libertar a Jesús de la ferocidad de los judíos, quienes a grandes voces decían: "Si sueltas a ese, no eres amigo de César, puesto que cualquiera que se hace rey, se declara contra César" atemorizado el inicuo juez, sentose en el tribunal, lavose las manos y firmó la sentencia.